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Tunantada

La Tunantada, Donde el Travestismo es una Tradición

Publicado: 2011-01-19

Jauja. ¿Recuerdan? La primera capital del Perú (fundada por el mismísimo Francisco Pizarro en 1534). Aquella que era la despensa de los Incas. Cuya abundancia generó la leyenda del País de Jauja, donde corrían ríos de leche y de los árboles se cosechaban buñuelos.

Preferida por los españoles además por su clima benévolo, se volvió pronto, fácil imaginárselo, en, ejem, digamos, la cuna del mestizaje.

En su Nueva Crónica (c. 1615) Guamán Poma dice muy suelto de huesos: “… en Xauxa hierven de mestizos porque las mujeres sin reparo se han metido con españoles y sus maridos indios las abandonan de vergüenza”¹.

Como todo pueblo sin complejos lo justo fue simplemente reírse de la mala fama que le nació temprano. La Tunantada no tiene un origen certero. Pero sus figuras principales hacen referencia a lo que ya apuntaba el Yarowilca. Representa jocosamente al español y a sus mujeres locales: la Jaujinita (de Jauja), la Huanquita (de Huancayo) y la Chupaquina (de Chupaca). Era lógico que las mujeres no se prestaran para esta ridiculización, así que eso debe explicar porqué son los hombres los que se visten de mujeres en la representación.

Lamentablemente la pérdida de la memoria tradicional, que olvida que la danza es una parodia de un estereotipo de mujer casquivana (y qué mejor forma de caricaturizar, de despersonalizar el tema, que haciendo que los hombres las representen), la moral puritana, que condena el intercambio de géneros (olvidando que el fondo de la representación tiene, en ese mismo intercambio, intenciones moralistas condenando ese amancebamiento) y un mal entendido feminismo, que interpreta que la no participación de la mujer es una marginación arcaica (como si no hubiera otras danzas tradicionales que sí las incluyen y que, de hecho, niegan la existencia de ese supuesto machismo marginador en las danzas), está haciendo que cada vez más mujeres sean representadas por mujeres. Matando la tradición.

Mi amigo jaujino me cuenta que cuando tenía 8 años veía de la forma más natural a su tío abuelo vestirse de mujer para las fiestas del 20 de enero (cosa que hizo por cerca de 15 años), ayudado por su esposa y sus hijas. Y no solo su abuelo, me dice. Actualmente muchos hombres van con sus esposas, con sus familias, a la presentación en la que danzan vestidos de elegantes damas.

La fiesta jaujina que empieza el 20 de enero (día de San Sebastián y San Fabián), donde se baila exclusivamente la Tunantada, es una fiesta importante en el calendario turístico del Perú. Se dice que unas 200 mil personas llegan durante los días de fiesta, entre nacionales y turistas de todo el mundo.

En la celebración se presentan, para bailar la Tunantada, alrededor de 18 coloridas comparsas (la más antigua de ellas, “Centro Jauja”, fue creada hace más de 100 años), constituidas cada una por unos 30 a 40 danzantes y una orquesta de cerca de 20 músicos.

La cuadrilla principal en cada comparsa está formada por los españoles tunantes (granujas y sensuales, llamados Príncipes o Chapetones) y por sus parejas sacavuelteras (las Jaujinitas, Huanquitas y Chupaquinas). Los acompañan los arrieros argentinos, los curanderos bolivianos, los graciosos Chutos (Cullucaras y Decentes), los Pichanas (María Pichana y su pareja el Auquish). Y una serie de personajes secundarios como el Chuncho, el Inca, la Cusqueña, el Chinito y el Abogado. Todos danzan usando máscaras.

Las comparsas se presentan cada uno de los 6 días que dura la fiesta. El 20 es el ensayo, el 21 primer día de presentación, el 22 segundo día de presentación y jalapato de chutos, el 23 tercer día de presentación y jalapato de chalanes. El 24 es el Festival de las Tunantadas, donde el agasajo con cajas y cajas de cerveza ocasiona memorables borracheras. Y el 25 la despedida.

A mi amigo (profesor en Jauja, serio, 40 años, tranquilo), le pregunté, casi sin querer, si él se había travestido alguna vez para estas fiestas. Su “Sí” y su sonrisa pícara inició este recorrido por la historia que ahora les estoy contando.

Le pido que me lo diga TODO.

“Es la historia de un valiente” me dice con una sonrisa que no le abandonará en todo el rato que se dedicará a ilustrarme.

Sus colegas ya sabían que él bailaba bien la Tunantada, que enseñaba a sus alumnos y alumnas los estilos diferentes del Príncipe, del Chuto, del Argentino, de la Huanquina,… Tenía 24 años. “En un brindis hicimos una apuesta… Yo estaba seguro de ganar… Pero si yo perdía debía disfrazarme de jaujina y bailar.” Y perdió.

“Acepté pero con una condición, que no dijeran quien era esa persona que bailaba de Jaujina. Era un secreto entre mi persona y los 3 que habíamos apostado.”

“Llegó el mes de enero. Un 24 de enero, en el festival de la Tunantada, pues... esta persona se presentó bien disfrazado con todo su cartera que ni hasta los mismos colegas le habían reconocido. Porque se había puesto una peluca y una cinturita y senos que parecía una mujer.”

Mi amigo (a la izquierda) vestido de jaujina en 1995

“Y [cuando en un apartado les dijo quien era] recién se dieron cuenta que ahí estaba y que tenia palabra.”

“Todo el mundo quería saber quién era esa jaujina nueva. Bailé, disfruté, me di mis aires. Muchos espectadores me brindaban licor, se quedaban impresionados por ese estilo neto de jaujina que bailaba, donde se demuestra la soberbia, la vanidad, los pases airosos, galantes, donde coqueteabas a las personas y a la vez le despreciabas. Llegaban las horas, disfruté, bailé todo y me despedí. Agarré mi movilidad y me fui al sitio donde me había cambiado y dejé en desconcierto a las personas, de quien era.”

“Me gustó el baile y al siguiente año volví a bailar y el siguiente. Son 5 años consecutivos que bailé.”

“Mi problema eran los zapatos. Hasta que me mandé a confeccionar mis zapatos, mi careta, mi fustanes… Ay pero pobre después que terminaba de bailar.” Cansado, adolorido. “Algunas personas se llegaron a enterar que era yo. Fueron enterándose algunas personas pero me tuvieron mucho respeto. “

¿Qué edades tienen los hombres que bailan vestidos de mujeres? “Entre 25 y 40, 50 años”

¿Si yo llego de Lima queriendo bailar me aceptan? “Si. Puertas abiertas a las personas que desean bailar. Sin discriminación a nadie. Todas las instituciones.”

Chapetón y jaujina (mi amigo) el año 2000

¿Había hombres que te enamoraban sabiendo que eras hombre? Pregunto curioso e impertinente.

“Uuuuuy. Aventuras sentimentales”. Lanza una carcajada y me guiña con complicidad. “Habían hombres que iban detrás mío, me seguían hasta donde me cambiaba. Hubo hasta conflictos de pareja. Uno de ellos, un señor en estado de embriaguez, botó a su mujer en ese momento para quedarse conmigo. El señor se embobó hacia mi persona y empezó a abrazarme, sabía que era varón, por que estaba casi con la careta levantada y en ese momento su mujer le encontró y le hizo problemas como cualquier mujer celosa. Ellos habían llegado de la ciudad de Lima. Mandó a rodar a su mujer al hotel y se fue conmigo. Al comienzo era impactante. El momento en que un hombre me había preferido. Pero pasó el día y me sentí muy mal ante esa escena. Al día siguiente me alejé porque tenia que ir a mis estudios y no lo volví a ver.” ¿Se quedó toda la noche contigo? “Hasta las 4.”

“Los hombres buscan ahí personas que les gustan.”

...

Donde vas Chuto bohemio

No te das cuenta que está lloviendo.

Hasta tu tongo lo has mojado

Y sus colores se han desteñido.

Hasta tu tongo lo has perdido

Posiblemente en Sala Grande

Has dejado ese tu tongo.

...

“Sala Grande es donde después de la fiesta se iban a hacer el amor. Allá en el campo, allá hacen su amor.”

...

Canta gallo canta

Por la amanecida.

...

“Un camarógrafo que llego de Lima a filmar se llegó a admirar de mi persona y me pretendió. Y en algunas oportunidades me filmó desde que me cambiaba hasta que me iba a descansar. Y se descansaba conmigo.” Ríe como un niño pícaro mi amigo, ocultando la cabeza como con vergüenza. Lindo se le ve. “En ese año vino como 5 veces, 4 veces”. Se había enamorado de mi amigo.

¿En todos los años había siempre al menos un hombre que te buscara? “Uno era poco. Todos parece que admiraban mi estilo de bailar.”

“Otros amigos eran locas, se iban con todos.”

“Pero por algunas cosas, muy a mi disciplina, he decidido alejarme, presentándome por ultima ve en octubre del 2000."

¿Por qué decidiste dejar de bailar? “Bueno porque soy conocido en la ciudad… Ahora como vienen gays de todos sitios hacen escándalos, shows, y ven al varón que baila con otro gay como un varón que busca esas cosas. Antes eran varones nomás. Pero fue creciendo esta fiesta en otros lugares donde van incrementando gays a bailar. Lo antiguo eran los varones machos que se disfrazaban. Ahora las loquitas han aprovechado.”

Hummmm. Intolerante DETECTED? ¿O es que realmente debemos añadir los escándalos homosexuales en las fiestas como otro de los motivos que con el tiempo podría acabar con esta tradición de travestirse?

El libro de Castro Vasquez, que he citado antes, llega a confundir los escándalos (hay que moderarse muchachos) con el travestismo y la homosexualidad: “Desde el tiempo que fue creado hasta la actualidad, el baile, indudablemente, ha sufrido ciertas distorsiones, siendo la más seria la intromisión de travestis y homosexuales, que constituyen un dolor de cabeza para las autoridades.” (página 383).

Recuerdo que en Río de Janeiro me contaron que se había limitado el número de travestis en las comparsas. Me decían que en un momento, en algunas escuelas de samba, parecía haber más travestis que mujeres. Quisieron con eso preservar la tradición. Pero en este caso es distinto: En la Tunantada el travestismo ES la tradición.

Hay llovizna. Luego de un par de horas conversando, salimos con mi amigo a buscar donde escanear sus fotos. Entramos a una internet pequeñita y la chica que nos atiende mira las fotos y nos dice “Ahhh. Los mariconcitos bailan bonito”. Miro a mi amigo que está con cara de vergüenza y pienso que en la época de su tío abuelo, hace más de 30 años, travestirse era más fácil. Qué cosa tan curiosa.

...

¹Citado en “¡Kayanchiclami! ¡Existimos Todavía! Festividades, ritos y danzas de los pueblos del Valle del Hatun Mayu” por Aquilino Castro Vásquez, Chupaca, Junín, Perú, 2000, página 237.


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